El sol se oculta, inflamado el horizonte fulgura
y se extiende en la llanura ligero estambre dorado
sopla el viento sosegado y del inmenso circuito
no llega al alma otro grito ni al corazón otro arrullo
que un monótono murmullo que es la voz de lo infinito
Santos Vega cruza el llano, alta el ala del sombrero
levantada del pampero al impulso soberano
viste poncho americano suelto en ondas de su cuello
y chispeando en su cabello y en el bronce de su frente
lo cincela el sol poniente con el último destello
¿Dónde va?
Vese distante de un ombú la copa erguida
como espiando la partida de la luz agonizante
bajo la sombra gigante de aquel árbol bienhechor
su techo que es un primor de reluciente totora
alza el rancho donde mora
la prenda de la luz agonizante
la del payador
ella en el tronco sentada
meditabunda le espera
y en su negra cabellera hunde la mano rosada
le ve venir
su mirada más que la tarde serena
se cierra entonces sin pena
porque todo su rostro se cierra sin pena
como embeleso que él la despierte de un beso
darlo en su frente morena
no bien llega
el labio amado toca la frente querida
y vuela un soplo de vida por el ramaje callado
un ay apenas lanzado
como susurro de palma gira
en el rostro de la luz agonizante
gira en la atmósfera en calma
y ella fingiéndole enojos
alza a su dueño unos ojos
que son dos besos del alma
cerró la noche
un momento quedó la pampa en reposo
cuando un rajeo armonioso
pobló de notas el viento
luego en el dulce instrumento
vibró una endecha de amor
y en el hombro del cantor
llena de amante tristeza
ella dobló la cabeza
para escuchar lo mejor
yo soy la nube lejana
de la noche
en su canto decía
que con la noche sombría
huye al venir la mañana
soy la luz que en tu ventana
filtra en manojos la luna
la que de niña en la cuna
abrió tus ojos risueño
la que dibujó la luna
que dibujó tus sueños
en la desierta laguna
yo soy la música vana
que en los confines se escucha
esa ceremonía que lucha con el silencio
y se apaga el aire tibio inquialable
Con su incesante volar
Que del ombú vacilar
Hace la copa avisarla
Y nada o ni el de guitarra
Que suele hacerte llorar
Leve rumor de un gemido
De una caricia llorosa
Endió la sombra medrosa
Crujió en el árbol dormido
Después el ronco estallido
De rota cuerda se oyó
Un remolino pasó batiendo el rancho cercano
Y en el circuito
Del llano
Todo en silencio quedó
Luego, inflamando el vacío
Se levantó la alborada
Con esa blanca mirada
Que hace chispear el rocío
Y cuando el sol en el río
Vertió su lumbre primera
Se vio una sombra ligera
En occidente
Ocultarse
Y el alto ombú
Balancearse
Sobre una antigua tapera