¡Ay, patria,
que mi voz rompa el silencio,
que para la conciencia nunca es tarde!
En
tiempos en que la paz necesitaba valientes,
el gaucho Martín se puso a pelear entre verón
con su gente,
el gaucho Martín se puso a pelear entre verón con su gente.
Del alto Perú venía,
enterada en llano un maguaca,
ay, nomás Martín lo salió a topar
con boleadoras y lanzas,
ay,
nomás Martín lo salió a topar con boleadoras y lanzas.
Donde termina la calle va levantándose el cerro,
allá va Martín,
don Martín Miguel,
con sus cien gauchos de fuego,
allá está Martín,
don Martín Miguel,
con sus cien gauchos
de fuego.
A la otra.
Y
su guardamonte al aire se perdió a las cejillas,
sabiendo quizás que la muerte cruel rondaba
en la ciguerilla,
sabiendo quizás que la muerte cruel rondaba en la ciguerilla.
Al alba se siente un grito,
engañando todo el valle,
murió don Martín, murió don Martín,
no está llorando el gauchaje,
murió don Martín,
murió don Martín,
no está llorando
el gauchaje.
Donde termina la calle va levantándose el cerro,
allá está Martín,
don Martín
Miguel,
con sus cien gauchos de fuego,
allá está Martín,
don Martín Miguel,
con sus
cien gauchos de fuego.