Y ante el paso de palio, lloras de emoción y de gozo, porque sabemos que en María no se agotará en el mundo la fuente de generosidad y de entrega.Y en la teología de Sevilla, precursora una vez más, la hemos consolado en este valle de lágrimas, en sus penas y en su amargura, en sus tristezas y en sus dolores, en sus angustias y en su mayor dolor, en sus lágrimas y en su soledad.La hemos proclamado reina de la paz, de los ángeles y de la victoria sobre el mal, rocío esplendoroso de la gracia y reina de los desamparados.La hemos asociado con la Eucaristía o Sapiencia de Triana, con el símbolo eucarístico de la O.La hemos invocado por su dulce nombre, como Madre de Dios, Madre de la Merced y Señora de los Cenobios de Montserrat, Loreto y Guadalupe.Hemos encontrado en ella nuestro refugio, nuestro socorro y nuestro amparo, sus mercedes y nuestra salud, la palma de su virtud y el remedio y la luz de nuestras necesidades, su piedad, su patrocinio y nuestro buen fin.Hemos depositado, Madre mía, en ti nuestra esperanza, esperanza que inunda la devoción del pueblo de Sevilla, devoción que enardece al solo influjo de tu nombre, que en San Roque es gracia y aurora de redención y en la Trinidad alegre presagio de resurrección.Y en la Madrugada Santa, en Mitriana, en la Calle Pureza, es áncora de salvación, estilo inconfundible y júbilo inenarrable y en San Gilés, vida, dulzura, bacarena nuestra.Y precediendo con su luz al peregrinante pueblo de Dios, como signo de vida cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor, Sevilla te hace estrella de la mañana.Mis labios quedan suspensos, estrella para cantarte, se me hace un nudo en el pecho y solo atino a rezarte. Ante ti, Madre mía, luminaria de mi vida y de mis afanes, permitidme, Cofrade, que me postre a sus plantas.Al término de este quehacer y en la víspera ilusionada de un nuevo domingo derramo, en la noche fría de San Jacinto, cuando todos han marchado y permanecemos en guardia y oración hasta que amanece el día, un mudo diálogo se eleva hasta tu trono.El cansancio nos invade, el sueño ha huido, tu mirar nos sostiene, tu rostro, Madre mía, cambia de expresión, lo sabemos tus hijos, nuestras preocupaciones y nuestras alegrías se reflejan en él y tu expresión nos señala una y otra vez el camino.A veces, Madre, no sabemos interpretarlo ni seguirlo porque nuestros pasos son torpes o nuestra mente se ofusca. Hoy, en esta mañana, agotado por el esfuerzo, me presento ante ti, con las manos vacías, cualquier acierto, tenlo, Señora, como muestra de gratitud y alabanza del pueblo de Sevilla.Estrella de la mañana, ruega por nosotros, ruega por Sevilla. He ***.Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org