Cuando la luna brota allá lejos
sobre los campos de mandurés,
por el camino de plata viene
la sombra rica de Don Toler.
Setenta años duró su vida,
fue peón de estancia y estilador,
cuando sus brazos ya no pudieron,
fue peón de patio
y así murió.
Don Toler,
su nombre quedó en el aire,
su sombra quedó en los montes,
su sangre quedó en los campos de mandurés.
Don Toler,
cayé a dor con de una raza,
clavado en medio del campo de mi tierra bañé.
Don Toler,
que bracho ya derrumbado,
por el hacha de los años,
su sabía vuelve en
guitarra a florecer.
Don Toler,
grito herido de nostalgia,
que me sube la garganta para
volver a nacer.
Allá quedaron sus huesos en campos de mandurés,
algún paisano una
vela tal vez le quede a prender.
Don Toler,
que bracho ya derrumbado,
por el hacha de los años,
su sabía vuelve en
guitarra a florecer.
Don Toler,
grito herido de nostalgia,
que me sube la garganta para
volver a nacer.
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