Del corral a la quesera,
del bótalon al tranquero,
del camino a la laguna,
donde bañaba misa y no negro lucero,
están tristes y desolados porque sus dueños
se fueron,
del corral a la quesera,
del bótalon al tranquero,
del camino a la laguna,
donde bañaba misa y no negro lucero,
están tristes y desolados porque sus dueños se fueron,
en la vaquera tan solo se ve colgando,
un par de sueltas y un garabato suguero,
un cabezón arruñido por las polillas,
también un fieltro y un morralito grapero,
un sudadero curtío con una cobija de pelo,
el tapajo y el bozal con la falseta,
y el mandador en la puerta del chiquero,
rejo de cerda, bañadores de novillas,
con el sujeto y el tenedor de madero,
lo lleva en el corazón todo aquel que es buen llanero.
Del corral a la quesera,
del jagüey al tinajero,
pensativo y cabizbajo, voy recordando los
tiempos que ya se fueron al mirar dos
sillas viejas deshechas en el alero,
del corral a
la quesera,
del jagüey al tinajero,
pensativo y cabizbajo,
voy recordando los tiempos que ya se
fueron al mirar dos sillas viejas deshechas en el alero,
también se ven restos de una campechana,
y en la majada la canoa de lambedero,
el tablón de cedro,
las prensas y una camasa,
estribue,
palaga,
cerueca,
choizoguero,
el cincho y la amarradera y el
bote viejo de cuero.
Ya no se escucha el bramar de la vacada de madrugada,
el canto del becerrero,
solo se oye el trinar de paraulatas,
en una mata en las ramas de un nubero,
y un toro sardo pitando solito en el paradero.