Unidad, la playa con sus brazos de blancura, brazos de luz en que la luz se incendia en la
disolución de cualquier límite, playa o cangrejo que lo abarca todo al colmarse de un mar lleno
de cielo. Un círculo perfecto de erosión pide a los cuerpos desnudez extrema y los cuerpos se
entregan al ritual de la arena que trama sigilosa la gran unión de cuanto se divide. Cae la noche
en las dunas, entre pitas, y el mundo gira a su erosión más alta, volante de las aguas y los
astros, curva buscando curva en que fundirse. Así que uno entramos en el otro para seguir el
curso de las cosas, su espiral embebida de sí misma.
Ebrios de hacer un todo con las partes que aisladas hoy y aquí serían nada.