Yo no sé qué tienen tus ojillos negros que me dan pesares y me gusta verlos, que me dan pesares y me gusta verlos.
Son tan juguetones y tan paladeros, tus miradas prontas llegan tan adentro, que hay quien asegura que Dios los ha hecho como para muestra de lo que es lo bueno, de lo que es la gloria, de lo que es el cielo.
Pero por otra parte son tan embusteros, dicen tantas cosas que...
...que despiden luego, que hay quien asegura que Dios los ha hecho como para muestra de lo que es tormento, de lo que es desdicha, de lo que es infierno.
Y es que hay en tus ojos como hay en la piel.
Cielos, noches muy oscuras, días muy extremos.
Y hay en tus miradas mar y lápiz eterno de amorcillos locos y desdénes suelos.
Y entre sus penumbras y sus centelleos brillantes afanes.
Y tus dedos...
...y tus pensamientos, como entre la sombra de la noche oscura, brillan los relámpagos con su vivo fuego.
Y en tus oídos, como en la noche oscura, brillan los relámpagos con su vivo fuego.
Luces que parece que se están muriendo y que de improviso resucitan luego, y que de improviso resucitan luego.
Sombras adorables llenas de misterio, como tus amores, como mis deseos.
Algo que da vida, mucho que da miedo.
Yo no sé qué tienen tus ojillos negros que me dan pesares y me gusta verlos.
Yo no sé qué tienen tus ojillos negros que me dan pesares y me gusta verlos.
Yo no sé qué tienen tus ojillos negros que me dan pesares y me gusta verlos.