Tener presente el hambre, ya lo enunció el poeta,
que el hambre es agujeta de estómago y calambre.
El cuerno más hambriento, forzoso se barbecha,
negadas las cosechas, resecos los alientos.
Para el que nada espera, que no sea la lluvia,
si el cielo no diluvia, no hay noche lisonjera.
El llanto no es viable, ni la ablución ni el baño,
sedientos los rebaños aguardan lo implacable.
En Yuba y en Kampala ya no hay maíz ni fruta,
la guerra hace su ruta, dejando tierra rala.
Hay una legión de bocas, cruzando el Nilo Blanco,
la muerte en ambos flancos, selladas de derrotas.
Y al sur del Medio Oriente secuestran un pesquero,
negritos fusileros con armas de Occidente.
Por cada yihadista criado allí en Palmira,
Europa engendra ira y paren mil fascistas.
Y a mi filantropía, que tiene un solo cuello,
le esperan dos degüellos por mora y por impiar.
Pensad si en este enjambre sois víctima o verdugo,
banquetes o mendrugo, tened presente el hambre.
Y aquellos cuyo cráneo, liviano como pluma,
se hunden las espumas del mar Mediterráneo.
El mismo en que te bañas y mecen sus entrañas,
un coro que murmura amargas desventuras.
El mismo en que te bañas, crisol de las culturas,
históricas patrañas.
El rico a las susuras, el pobre a las basuras,
la muerte a su guadaña.
Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org
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