¡Hoy que
lejos estás, mujer!
Lejos del corazón que te ama tanto,
que nunca más de mi dolor lo sepa,
ni que oigas nunca mi angustioso canto.
Es para mí tu amor fugaz, Quimera.
Quiero llevarte solo en mi honda pena,
y que mi alma en su dolor alcance.
Decirte así,
tan mía y tan ajena.