¡Y arriba el mezcanito, mi raza!
Bailando su caballo
en la tumba de Anselmo
se hallaba Pedro Junco.
Cuando llegó Rosendo,
como lo hacía seguido,
con Flores Valdejunto.
¿Cuál sería su sorpresa al ver aquel jinete bailar sobre su padre?
Al ver la cruz tirada en las patas del cuaco,
sintió hervirle la sangre.
Tiró el ramo de Flores
y de un salto a la tumba
llegó desenfundando.
Retira tus caballos
de esa tumba sagrada
y vémelo contando.
Te amo Pedro Junco y aún me queda rabia por este que he matado.
Me
prefirió Rosenda y muchas,
muchas otras que a mí me despreciaron.
Yo soy Rosendolazo,
hijo de esa Rosenda,
hijo de ese finado.
Pedro le echó el caballo,
Rosendo agarró el freno
y a un tiempo dispararon.
Malherido Rosendo arrastró a Pedro muerto fuera del cementerio,
la cabeza de silla y en su propio caballo bailó sobre su cuerpo.