Soy un hombre ranchero,
lo digo con orgullo,
sé montar a caballo y no es por presumir.
Me gusta el jaripeo y las peleas de gallos,
fue herencia de mi padre y así pienso seguir.
La humildad
y el orgullo de ser ranchero es la
mejor herencia que me dejó mi padre.
Soy un hombre ranchero que trabajo mi tierra,
de sombrero y guarache y de mucho corazón.
Tengo dos,
tres vaquitas,
a mis hijos y esposa,
trabajo diariamente siempre de sol a sol.
Cuando aún era un niño,
recuerdo que mi padre sembraba y escarbaba,
después se iba a abonar.
En el tiempo de lotes se llevaba mi madre,
ay,
qué tiempos aquellos,
nunca lo he de olvidar.
Soy un hombre ranchero,
lo digo con orgullo,
sé montar a caballo y no es por presumir.
Me gusta el jaripeo y las peleas de gallos,
fue herencia de mi padre y así pienso seguir.
Un día fui para el norte y crucé de mojado,
me conseguí una amiga y me puse a trabajar.
Señoraba a mis padres,
a mis hijos y hermanos,
no pude estar sin ellos,
tuve que regresar.
Soy un hombre ranchero,
lo digo con orgullo,
sé montar a caballo y no es por presumir.
Me gusta el jaripeo y las peleas de gallos,
fue herencia de mi padre y así pienso seguir.