En el calor de una noche vestido,
bebiendo a solas un vino conmigo,
me vi de frente a
mí mismo,
reflejado en el cristal del salón.
Y aquel era yo.
Le pregunté si algún día
volvería su luz a ser mi estrella.
Me respondió en un instante,
tu viaje ha terminado.
Despierta,
el tren partió y te ha dejado.
Esperando en el andén,
nunca jamás regresará.
Será mejor que te acostumbres a tomarte tu vino sin ella.
Hoy me ha caído un diluvio,
mi corazón ha huido a ese lugar que no ves ni sientes.
¿Cómo soltar ese ruido?
¿Dónde encontrar un refugio
para dejar de pensarla por siempre?
Se derrumbó tu castillo,
de arena,
y la marea borró las huellas.
Bajo tus pies sólo queda un gran charco.
Coged es del dolor de soledad.
Será mejor que te despidas y le firmes tú a Dios con un poema.
Y es que la vida gira y gira,
entre gozos y tristezas sin reglas.
Ella era todo tu mundo y tú un extraño en su jardín.
Si no hay amor,
déjala ir.
Será mejor alzar tu copa y olvidar que una vez brilló su estrella.
Hoy me ha caído un diluvio,
mi corazón ha huido a ese lugar que no ves ni sientes.
¿Cómo soltar ese ruido?
¿Dónde encontrar un refugio
para dejar de pensarla por siempre?
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