Anduve solo y perdido en la neblina del barrio,
cuando en cada café y en cada esquina
se me ganaba el corazón un tango.
Buscando sabor de Buenos Aires pasé por unas calles que hoy cambiaron
y en los mismos cafés de hombres solitarios
que de su juventud vinieron con sombreros
y así nomás quedaron leyendo un viejo diario.
Y todo el sabor de Buenos Aires llegando del pasado,
caminando por calles de recuerdos
palpitantes y en un umbral sentado igual que antes,
oyendo un viejo tango vi un hombre
silencioso,
callado,
parecía misterioso,
cantando,
era el patrón de Buenos Aires.
Buscando sabor de Buenos Aires pasé
por unas calles que hoy cambiaron.
Oyendo un viejo tango vi un hombre silencioso,
callado,
parecía misterioso,
cantando,
era el patrón de Buenos Aires.