¡Oh!
¡Oh!
De los cuacos redoblar,
de las uñas de las bulas,
se agolpa en mi corazón con repijar de amargura.
Rosa colorada,
quente de esos ojos,
se va la otra.
La larga fila de bulas,
volvorientas y cansadas,
se derrama sobre el verde corazón de la quebrada.
El pueblo parece un piño de viñas escarchadas,
y el humo de los fogones suavienta en la madrugada.
Rosa colorada,
quente de esos ojos,
¿por qué no esperaste en mi vida que llegara yo?
¿Por qué no esperaste en mi vida que llegara yo?
¿De qué le sirve al barriero llegar al fin del sendero,
si no al encontrar en él alegría ni consuelo?
Consuelo está en la tropa, en su eterno caminar,
y el crujir de los andeses cantando la soledad.
Y se va la última.
Rosa colorada,
quente de esos ojos,
¿por qué no esperaste en mi vida que llegara yo?
¿Por qué no esperaste en mi vida que llegara yo?
Đang Cập Nhật
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