Pásenle al baile, perao. ¡Ah, pues aviéntense, aviéntense!
Suénele con fe al bailazo, agarre bailadora, agárrela del brazo.
Rodellele la cintura y saque polvadera con el taconazo.
Púntese cara a cara y si trae pistola saque el espinazo.
Porque con el sangolotello ella va a sentir muy feo si se le va un palazo.
Porque con el sangolotello ella va a sentir muy feo si se le va un palazo.
Hágalo que doña Lola mejor baila sola que con Don Pomposo.
Que siempre carga pistola y también machete es muy afrentoso.
Música de mi norte con el acordeón y con el bajo cesto.
Porque hay redoba pa'l bailazo y sin miedo a la pistola que sigue el taconazo.
Porque hay redoba pa'l bailazo y sin miedo a la pistola que sigue el taconazo.
¡Bailamos, prima!
¡Pues mamá, no me vayas a apretar mucho, arrastrado!
¡Ah, pues por eso no se ha casado, prima! ¡Aviéntense, aviéntense!
Tengo orgullo de ser del norte del mero San Luisito porque de ahí es Monterrey.
Un de los barrios el más querido por ser el más reinero.
¡Sí, señor! Un barrio donde nací.
Y es por eso que soy norteño de esa tierra del sueño que se llama Nuevo León.
Tierra linda que siempre sueño y que muy dentro llevo.
¡Sí, señor! Llevo en mi corazón.
Desde el Cerro de la Silla diviso el panorama cuando empieza anochecer.
De mi tierra linda y sultana y que lleva por nombre.
¡Sí, señor! Ciudad de Monterrey.
¡Ay!
Pero, mi amigo, ¿por qué estás tan triste?
Pues, ¿cómo no? Si me sobra razón.
Y es que la joven que amaba en un tiempo ahora es dueña de otro corazón.
Pues ya mañana se marcha Lupita.
Se va a embarcar en un buque de vapor.
Y yo quisiera formarle un chubasco.
Y detenerle su navegación.
Ya vine de donde andaba.
Y me llamo porque lloraba.
Ya vine de donde andaba.
Se me concedió volver.
A mí se me afiguraba que no te volvería a ver.
Parece esa mapulita corta al amanecer.
Sí, porque vengo de lejos.
Me niegas la luz del día.
Se me aceca tu esperanza.
Le pasó lo que a la mía.
Por andar en la vacancia perdí un amor que tenía.
Estrellita reluciente.
Estrellita reluciente.
De la nube colorada.
Si tienes amor pendiente.
Tócale la retirada.
Ya llevo el que andaba ausente.
Y este no consiente nada.
Grabe en la penca de un magué.
Y tu nombre unido al mío entrelazado.
Como una prueba ante la ley del monte.
Que ayer estuvimos enamorados.
Tú misma fuiste quien buscó la penca.
La más bonita, la más esbelta.
Y hasta dijiste que también grabará.
Los corazones con una flecha.
Ahora dices que ya no te acuerdas.
Que nada es cierto.
Que son palabras.
Yo estoy tranquilo porque al fin me cuentas.
En nuestro idilio las pencas hablas.