Frente al árbol de frangipani,
el viento suspira suave,
florezcan como versos en un silencio que sabe.
En el asfalto brillante, un poema se dibuja,
cada grieta es un verso que la vida deja y empuja.
Poemas en el suelo, entre luces y humedad,
son versos que el tiempo esculpe en su lenta claridad.
Las flores susurran letras que el viento quiere guardar,
en cada sombra y reflejo hay un relato por contar.
El calor se queda atrapado en las líneas del asfalto gris,
como páginas escritas que el sol borra en su matiz.
Las flores que caen despacio,
encierran viejas historias
que los días olvidaron,
pero reviven en memorias.
Poemas en el suelo, entre luces y humedad,
son versos que el tiempo esculpe en su lenta claridad.
Las flores susurran letras que el viento quiere guardar,
en cada sombra y reflejo hay un relato por contar.
El calor se pierde del cloro,
cada paso deja señal,
el asfalto guarda voces en su superficie vital.
Las flores caen sin lamento,
pero no pierden volar,
en cada rincón urbano late un poema en formación.
Frajipani florece siempre,
aunque el camino lo niegue,
el asfalto es un espejo donde la poesía emerge.
Cada flor es una rima,
cada grieta una intención,
el paisaje se convierte en un verso en expansión.
Poemas en el suelo, entre luces y humedad,
son versos que el tiempo esculpe en su lenta claridad.
Las flores susurran letras que el viento quiere guardar,
en cada sombra y reflejo hay un relato por contar.