Tú que me escuchas,
recuerda esto,
yo soy el Señor,
desde tu juventud
te he acompañado,
desde los más hondos agujeros en que has caído,
desde las esclavitudes a las que te has amarrado,
yo te he sacado,
yo te he llevado de la mano,
te he hecho caminar,
te he abrazado,
como un padre
que toma a su hijo y lo pone contra su mejilla.
Yo he creído en ti,
yo he creído en tu proyecto,
yo he creído en tu proceso,
yo he creído en tu corazón,
que firme y fiel,
a pesar de tantas cosas,
se levanta cada mañana y
sigue latiendo,
yo he creído en tu decisión de amar.
Yo soy el Señor,
y se han conmovido mis
entrañas por tu dolor,
porque yo sé por lo que tú has pasado,
porque yo te conozco,
yo te hice,
y me siento orgulloso de lo que hice,
yo soy el Señor tu Dios,
que hoy está contigo,
por eso no tengas miedo,
camina en tranquilidad,
porque nunca se apartará mi amor de tu lado,
por eso,
recuerda,
mi amor es para siempre y nunca se irá,
porque yo soy un Dios grande,
porque yo voy contigo,
yo he tomado la decisión por ti,
porque soy tu Dios,
porque soy tu
padre,
porque con lazos de amor,
con cuerdas de cariño,
te he atrapado,
te he atraído.
Gracias Señor,
gracias Señor porque confías en mí,
gracias Señor porque confías en nosotros,
gracias Señor,
porque tú eres bueno, porque tú eres grande,
gracias Señor porque tu promesa,
sigue todos los días en nuestro corazón,
y estás con nosotros todos los días,
hasta el fin del mundo, gracias Señor.
Gracias Señor.
Gracias Señor.
Gracias Señor.
Gracias Señor.
Gracias Señor.
Gracias Señor.
Con nuestras voces,
con nuestro corazón,
inundado de la belleza de tu música,
te cantamos,
te alabamos,
te abrazamos porque nos has abrazado,
nos levantamos porque nos levantas,
creemos en ti porque has creído en nosotros,
somos tus hijos
y estamos contigo.
Gracias Señor.
Gloria
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.