No es que sea malaprendiz
o incapaz de prevenir.
A estas alturas no tengo dudas,
simplemente soy así.
Cuando vuelvas a por mí,
por inconsciencia o por desliz,
te irritaré de nuevo.
Si soy sincero, procuraré mentir.
Nunca se me ha dado bien decir adiós,
nunca se me ha dado bien partirme en dos.
El pecho tan roto como la voz,
nunca se me ha dado bien decir adiós.
Habrá que inventar un refugio a llenar
el espacio vacío de nuestra postal.
Podríamos llamarlo hogar, hogar.
Acudirás al comodín de los reproches por abrir,
con frases duras,
sin conjeturas,
un tango sobre un polvorín.
Será difícil eludir,
con la sangre a punto de hervir,
el cable exacto que hará contacto para volar de golpe tu fortín.
Nunca se me ha dado bien decir adiós,
nunca se me ha dado bien partirme en dos.
El pecho tan roto como la voz,
nunca se me ha dado bien decir adiós.
Habrá que inventar un refugio a llenar
el espacio vacío de nuestra postal.
Podríamos llamarlo hogar, hogar.
Habrá una mirada que nos pueda alumbrar
en un solo destello de complicidad.
Podríamos llamarlo hogar, hogar.
Nunca se me ha dado bien decir adiós.
Habrá que inventar un refugio a llenar
el espacio vacío de nuestra postal.
Podríamos llamarlo hogar,
hogar.
Habrá una mirada que nos pueda alumbrar
en un solo destello de complicidad.
Y tú me llamarás hogar,
hogar,
hogar.