Primo, primo.
Mira esos coches que vienen por ahí,
no son del barrio,
¿no?
A mí tampoco.
Se bajaron del Pima negro,
con pasamontañas y bates de béisbol,
las tres torres, el bloque del medio.
¡Ey, qué estáis haciendo!
Gritaban las viejas mientras salían corriendo.
Estaba tranquilo con mi furiosa pecho.
Ajustes de cuentas, en serio.
Es tal y como te lo cuento.
No libraban ni los niños pequeños.
Me dolía todo el cuerpo.
Buscaban a mi hombre en el sexto,
por la escalera subiendo abajo cero.
Papi gritaba, sal de donde estés, no juego.
Su cara y mis pupilas a fuego.
En la azotea piensa rápido,
coño,
que están subiendo.
Sudor, frío y nervios, hablando en serbio.
Virando puertas abajo.
Si la poli no aparece, ¿qué hacemos?
Saltando entre edificios y eso.
Como un llama casi sin serlo,
ni de coña me entrego.
Me quieren cinco pies bajo el puto suelo.
Vas a pagarlo con creces, gritaban ellos.
Espera que te pillemos, cerdo.
Seguro que no vuelves a hacerlo.
Cara marcada de mafias, sirena de ambulancia.
Con walkies hablando a distancia.
En el Volvo, sniffando polvo.
Recógeme a tres bloques de aquí, socio.
Estamos hasta el cuello todos.
Cara pálida, agobios.
Se oyen disparos al fondo.
Ruidos de helicópteros.
Va a primo tranquilo, respira hondo.
Esperan el callejón con el combo,
con el motor encendido.
Subo y pisa a fondo, acelera y trompo.
Corre, van por nosotros.
Tienen nuestras fotos, cristales rotos.
Están locos.
Llaman pero no respondo.
Nos sigue entre pimas idénticos.
Saltan por los aires cristales.
Balacera cruzando el parque.
Tommy manchada de sangre.
Hey, yo am here, son.
En el brazo y me rozaron el cuello.
Mi hermano pequeño grita porque tiene miedo.
No había pa' comer, son.
Tuvimos que hacerlo.
Ahora me doy cuenta que todo tiene un precio.
Acorralados sin salida, son.
Abrieron fuego.
Y nuestros cuerpos en el suelo muriendo.
Es horrendo.
Etiquetas en nuestros dedos.
Cordón policial, to serio.
Todos muertos.
Y ya no despierto.