Me preguntaba yo
por qué tan grande vacío en mi corazón existía.
Si creía tenerlo todo,
un hogar,
unos padres y una hija.
Porque al pasar del tiempo todo se desvanecía,
y en la desesperación de la vida mitigarlo todo quería.
Cuando todo parecía oscuro,
cuando mi alma en las tinieblas se perdía,
apareció una luz que tornó mi tristeza en alegría.
Cristo,
Cristo el Timonero llegó a mi vida,
a conducir mi barca al puerto de la salvación.
Como un viento apacible y sereno,
llenó con su presencia mi alma vacía.
Lo insípido lo endulzó con su espíritu,
y en bonanza convirtió la tempestad que turbaba,
mente, corazón y vida.
Gracias,
gracias Jesús porque eres mi Señor.
Me llenaste de tu gracia,
de tu gozo y de tu gracia.
Gracias porque me has dado vida,
esperanza y salvación.