Ya se lo pedí a mi amada por ahí para el mes de octubre, que si me hace el favor y
me embadurna de humo, no importa si por el sudor me sabe un poco salubre, que yo seré
muy feliz si con sus pechos me cubre. Y si por casualidad algún lambón nos descubre,
que la doña me dé teta y el lambón que se perturbe. Ninguno tiene la culpa si el
pez el agua rebuye, que culpita si chupan besones es mi costumbre. No me venga con el
cuento que chupando se les curre, porque eso es aconsejable, ya que así les quito
el mugre. Para que estén saludables, coma bastante legumbres y admita que las succionen,
pero que no las triture. Si de pronto se le ponen más blanditas que un majule, entonces
le hago un masaje con sábila y con alumbre. Que solo yo se las chupe, que esta condición
perdure, porque nunca admitiré que me cojan los cambures. Cuando sienta un cosquilleo
ni de vainas estornude, o me lastima la boca con semejantes yogures. Sus tetas son pa
mi solo, eso si nunca lo dude, sepa que chupando el ánimo se me entieza y se me sube. Cuando
estoy en medio de ellas me siento como en las nubes, quien no se siente feliz disfrutando
en ese arrume. No se las deje morder, que de pronto se le pudren, no vaya a ser que
una caries, una infección la inocule. Ni una mamada me niegues, por piedad no me tortures,
o harás que mi inmensa dicha para siempre se derrube. Ellas me sirven de almohada por
lo suaves y volubles, y hacen que de teta en teta, mi dulce sueño deambule. Cuando
me halle lejos, lejos, por favor dele saludes, sepan que tú me fascinas más que todo por la ubre.