Creí que eras río y eras lava.
Creí que eras vino y eras agua.
Agua que me dio de beber.
Hoy me ahoga y sin quererme resbalo y
me caigo de morros contra tus zapatos.
Creí que eras risa y eras drama.
Creí que eras chispa y eras llama.
Cuando empezamos a arder,
justo se puso a llover y la lluvia me
borra la huella de tu pinta labios.
Existe un faro que ilumina,
una calle entre los dos y un barco en cada orilla,
sin velas ni motor.
Y entre los dos se pelean las olas con las mariposas que
un día decidieron huir de nuestras tripas para volar.
Mariposas que no volverán.
Creí que eras truco y eras magia.
Creí que eras lista y eras sabia.
Dos aviones convertidos,
aterrizando sin éxito,
dentro de una taza de café.
Existe un faro que ilumina,
una calle entre los dos y un barco en cada orilla,
sin velas ni motor.
Y entre los dos se pelean las olas con las mariposas que
un día decidieron huir de nuestras tripas para volar.
Mariposas que no volverán.
Existe un faro que ilumina,
una calle entre los dos y un barco en cada orilla,
sin velas ni motor.
Existe un faro que ilumina,
una calle entre los dos y un barco en cada
orilla,
sin velas ni motor.
Y entre los dos se pelean las olas con las mariposas que un
día decidieron huir de nuestras tripas para volar.
Mariposas que no volverán.