Esa mañana amanecía un día más en su balcónMientras María se lavaba para enjuagar el corazónEn las noticias de la tele hablaba un gris presentadorNo sé qué de una pandemia, pero ella no prestó atenciónSe presuró a ganar la calle para acudir a la estaciónComo hacía todos los días para ir al curroPara ir al curro en AlcorcónPero una brisa de aire fresco la golpeó en la oscuridadY de repente se dio cuenta, no había gente en la ciudadUn transeúnte le dio lumbre y la informó de la verdadEsto es la guerra, señorita, nos tenemos que confinarDevuelta ya al apartamento, como ordenó la autoridadSu jefe decía lo mismo, no había visto, no había visto ni el whatsappA varias horas de distancia una enfermera en el portalEstá llamando una ambulancia porque José se siente malJunto a dos hombres embozados una sirena de metalSe aleja de la residencia, camino va del hospitalTiene María una llamada que le confirma lo peor86 son demasiados, lamenta, lamenta su interlocutorNo puede verle son las órdenes, lo siente mucho el directorMientras María se consume entre la rabia y el dolorY aun no ha pasado una semana y va María en aviónSolo una hora de viaje la reconforta un altavozNo tiene hombro en que apoyarse, piensa María para síY hay una lágrima de angustia que se ha posado, que se ha posado en el jardínCuando José se quedó solo no había otra soluciónMiente María en sus adentros tratando de hallar el perdónHay una urna que preside la estantería del salónY se consuela recordando mensajes del buzón de vozTiene una carta que escribió criando polvo en un cajónAcostumbrada ya al silencio María vive, María vive en el balcónHoy a las siete menos cuarto no sonará el despertadorY en las noticias de la tele aun sigue aquel presentador