En el salón aprendí lo que no está en libros,
voces que gritan sueños en susurros tímidos,
miradas cruzadas entre risas y temores,
un mundo en pequeño con gigantes emociones.
El
patio testigo de promesas en secreto,
donde las caídas enseñan más que el abecedario,
amigos como anclas en mares turbulentos,
la vida empezaba entre lápices y cuadernos,
lecciones del corazón más que
de razón,
golpes y caricias tejieron mi canción,
la pizarra del alma tachada y escrita,
enseñanzas profundas de la escuela de la vida.
Un primer amor dejó marcas invisibles,
el adiós del amigo siempre duele increíble,
pero en cada esquina quedó un pedazo de mí,
como huellas de tiza que el viento dejó allí.
Entre errores y risas,
creamos memorias,
historias tachadas que se volvieron gloria,
el reloj del pasillo marcaba despedidas,
pero la escuela sigue dentro de mi vida,
lecciones del corazón más que de razón,
golpes y caricias tejieron mi canción,
la pizarra del alma tachada y escrita,
enseñanzas profundas de la escuela de la vida.