Suave, suave, suave, suave, suave, pero rico.
Ay, ay, ay.
Y siga vacilando al ritmo de los rancheros de Río Baules.
Salieron de madrugada,
se oye al canto de los gallos.
Se iban a hacer los jornadas al lomo de sus caballos.
La fiesta se celebraba en el rancho del Pitán.
Su padre le di un consejo.
Cuando a partir se apretaban,
cuiden muy bien el pellejo,
porque la vida se acaba en las palabras del viejo.
Los tres hermanos pensaban,
pero le dice Fabrián, dale un trago a José Luis,
que me va a desejar,
pa' que se sienta feliz,
sin que ahorita no más llegara,
nos vamos a divertir.
Vamos cumbiando, vamos cumbiando, mi viejo.
A bailar.
Así, así, así nomás.
Cuando arrimaron al baile,
a bailar se dirigieron,
las mujeres te andaban en el aire,
ellos no la prescindieron,
como lo dijo su padre.
Ay, ay, ay.
En cuanto del rancho salieron,
eran muchos los rivales,
viejos rencores surgieron,
rondando tras los cajales,
abrieron todos el fuego,
así matan los cobales.
En cuanto los acosan, viejo,
un viejito solidario, sin esperanza ninguna,
cuida el rancho y tres
caballos,
como toda su fortuna,
va al panteón de Besa en cuando,
a visitar las tres tumbas.