Si no le temes a Dios, pues témele a las bacterias, aunque Dios da paz y amor y ellas dolor y miseria.
Un coágulo de rubí emerge desde el oriente, llenando de luz y vida a la penumbra durmiente.
Sus rayos benefactores hacen que todo despierte, ratificando que existe mi Diosito omnipotente,
Dios de todos los llaneros y de todo buen creyente.
Su presencia es innegable, por eso es omnipresente.
Está en el sonido del arpa de la prima al tenorete, en repiques de maracas pa' que el cuatro se contente
y en copleros relancinos que del verso hacen deleite.
En la sonrisa del niño puritana e inocente, en la llama del tizón que pone al fogón ardiente
pa' que el criollo empiece el día con cafecito caliente.
En las canas del abuelo que es experiencia evidente, en el sudor del labriego que trabaja honradamente,
pletórico de bondad pa' que el pueblo se alimente y en el beso apasionado de un amor puro y ferviente.
La presencia de mi Dios uno la nota y la siente, en la gota de rocío que danza resplandeciente
cuando la luz de la luna la caricia sutilmente.
Se aprecia en el agua lluvia que refresca la simiente, en el verde de los campos y en las espigas batientes,
en el amor de una madre acnegada y complaciente y en canto de cabresteros pa' que el rebaño se aquiete.
No quiere que seamos títeres de su poder eminente, por eso el libre albedrío lo colocó en nuestras mentes.
Si nos dio sabiduría pues actuemos sabiamente, protegiendo nuestra fauna, bosques, lagos y vertientes
para evitar alterar el clima del medio ambiente y salvarle a los nevados sus níveas copas murientes.
Cuando San Pedro sacude los cueros violentamente y el haz de luz rasga el velo de la bóveda celeste,
la naturaleza avisa que el Señor está presente y que por delante de él, el resuello solamente.
Lo del COVID-19, eso es un llamado urgente para ver si el ser humano analiza y se arrepiente
para evitar en el mundo más vago, más delincuente, para que ancianos y niños y mujeres se respeten
y que la ciencia no abuse de tanta droga inclemente que alivian la enfermedad
pero incuban otras 20 y enferman al alentado para quitarle el billete.
La medicina casera era altamente eficiente, por eso en nuestros abuelos pocas pandemias y pestes
para sanar las heridas de un palo salía el aceite, tenían el mejor antídoto para picadura de serpientes
el chiche del morrocoy revuelto con aguardiente, para curar la sinusitis huelían un casco caliente
o no para migdalitis, chimó como repelente, pronto alivio hierba buena dos calmantes meramente.
Limón para la sobaquera no aerosoles destruyentes, el mejor inmunizante no corta palo en creciente
con lejía potasa y graso salía un jabón excelente, con guacimo y con cojuiza hacían un buen detergente.
Lo natural y lo orgánico no envenenan el ambiente, esa vez no había vacunas para incomodar a la gente
ahora es casi que obligado que esos químicos nos meten, no se sabe si es para bien o para agilizar la muerte
si supiera la verdad la pija no dejaría que me inyecten porque yo me quiero mucho para que esos bichos me infecten
también quiero al llano mucho con amor de adolescente, no hay como vivir en el llano se lo aseguro pariente
aquí el COVID-19 se murió trágicamente, lo acabó la fe, el limón, la guapanela caliente y la bendición suprema de mi Dios Omnipotente.
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