El rancho del Vizcaíno y todita su comarca, las guaridas preferidas del terrible Pelavacas,
al que le pone a su mano, siempre dejaba su marca.
Reymundo Burgos su nombre, todo mundo le temía,
sería por su mala fama, que todos le conocían.
Perseguido por la ley, Pelavacas le decía.
Muy temprano comenzó su carrera delictuosa, se llevó una linda dama y así comenzó
la cosa.
Para todo el que vive recio, se encuentra lista una posa.
Diez años que estuvo preso, dicen que no lo amoldaron.
Cuando salió del presidio, luego lo detectaron.
Los males que iban pasando, todos se los achacaron.
Allá en Quilacinaloa, hay una historia grabada.
A las diez de la mañana, el banco les asaltaba.
La muerte en puros billetes, en sus manos la llevaban.
La verdad no se ha sabido, la cosa es que lo mataron,
pa' quedarse con su parte, y creo que hasta les pagaron.
Su cuerpo en puros pedazos, por el cerro lo encontraron.
La traición que le juzgaron, con el tiempo han de pagar.
En fin, todos alacranes, otro les ha de picar.
La muerte del Pelavacas, otro traidor va a vengar.