Yai, yai, yai, yai, yai, yai, yai.
En el mismo folio, la lista de la compra
y una canción como un cupón de los ciegos.
Rima la soledad,
con el atún en aceite vegetal y en oferta.
Vaya precios sin competencia.
Una
mano pide al cielo, la otra en el cajón del pan.
Hay manchas de grasa, de llanto, de tinta,
estoy harto de tanto frotar.
Tú que eres tan guapa y tan lista.
Tú que te mereces un príncipe,
un dentista.
Tú
te quedas a mi lado y el mundo me parece más amable,
más humano,
menos raro.
Tú que eres tan guapa y tan lista.
Tú que te mereces un príncipe, un dentista.
Tú
te quedas
a mi lado y el mundo me parece más amable,
más humano,
menos raro.
Y tú...
Qué bonito el mar,
cuando lo miro a tu lado,
olvido las pateras,
las mareas negras,
los alijos incautados,
la playa en donde se dejan morir las ballenas.
Este es fumable, plato combinado.
Una mano pide al cielo,
la otra en el cajón del pan.
Hay manchas de grasa,
de llanto,
de tinta,
estoy harto de tanto frotar.
Yo que soy tan guapa y artista.
Yo que me merezco un príncipe, un dentista.
Yo que soy tan guapa y artista.
Yo que me merezco un príncipe, un dentista.
Yo...
Te quedo aquí a tu lado y el mundo me parece más amable,
más humano, menos raro.
Y aunque me engañen y me digan que no,
siempre estás tú detrás de mí,
mejor yo.
Aunque no soy para ti,
que soy para contigo,
el mundo es tan redondo como el príncipe de tu ombligo.
La cosa se pone dura sin tu aliento,
siento con amargura que estoy perdiendo la frescura,
que se vuelve frío sin tu calor y sin droga dura que tú.
Tú que eres tan guapa y tan lista.
Tú que te mereces un príncipe, un dentista.
Tú...
Míralo.
sah