Gracias te doy,
Dios Santo, a cada instante,
porque a cambiar de vida por tu gracia me llamaste,
por medio de tu Hijo que a salvarnos lo enviaste,
de nuestra mala vida mundana y repugnante.
Cual nuevo Hijo pródigo, Señor, a ti volví,
arrójeme a tus plantas pidiendo tu perdón.
Y como a nadie, Señor,
niegas tu compasión,
al momento gran consuelo de ti yo recibí.
Cada día, Señor,
con fe tu gracia imploro,
para rechazar de Satán la tentación,
y cada
día siento con más satisfacción que sobre
todo lo mundano de corazón te adoro.
Nada me importa si el mundo me critica,
que me haya separado de la vida mundana.
Sepa todo el mundo que la verdad cristiana
es el Evangelio el que mejor la explica.
Por eso,
por eso, a Dios gracias,
la venda que cubría mis ojos,
la Santa Biblia al fin la desató,
como Jesús al ciego que había en Jericó,
y arrojé de mi alma la vieja idolatría.
Gracias te doy, Señor,
porque hoy día todo mi prole está convertido a tu servicio.
Sigue siéndolo, Señor,
siempre propicio,
para seguir caminando por tu limpia y santa vía.