De hierba, polvo y plomo, vio siempre desde niño, tenía fama de bandido.
Su padre fue un traficante, que no respetaba a nadie, fue el que le enseñó el camino.
Quince años tenía Ramiro, cuando su padre le dijo, vas a llevar ese encargo.
En tu vida me respondes, tú sabes cómo lo pones, en el condado de Hidalgo.
Ramiro cruzó nadando, el río bravo mentado, así llevó aquel encargo.
Los compradores del polvo, en el condado de Hidalgo.
En el condado de Hidalgo, ya lo estaban esperando.
Pasó la prueba del fuego, el orgullo del viejo, muchas veces cruzó el río.
Con hierba y cacal de parque, el polvo empezó a gustarle, hasta hacerse drogadito.
Su padre le dijo un día, que droga no le daría, eso es para un buen cerebro.
Ramiro le contestó, tú fuiste el que me enseñó, ahora por eso me muero.
Ya no hubo tiempo de nada, sacó su pistola en cuadra, y le disparó a su padre.
Pero se guardó una bala.
El mismo se dispara, en presencia de su madre.