1, 2, 3...
...de mi intelor a ventilar, también las quiero salir a cantar.
Agarro mi guitarra para componer, el repertorio refleja mi manera de ser.
Llego con todo grabado a mi casa de disco, esas canciones me dicen no se pueden vender.
Si no es tan mal, no es tan mal, pero te falta un tema más comercial.
Sigo intentando, chaval, desde luego en tono paternal.
Venga a verme cuando tengas el nuevo material.
Explico que una canción no es una lavadora, rompamos nuestro contrato sin más demora.
Ahora de nuevo estoy libre, ¿qué me espera ahora?
Voy a una gira especial para una audiencia fatal, me voy al tour de los sordos.
No diferencian el sonido del ruido.
En el tour de los sordos, orejas sin oídos no pueden escuchar.
En el tour de los sordos, no importa qué hay dentro de tu cabeza.
Solo importa que la adornes bien.
Estoy en otra oficina del lado del que pide y viendo hablar por el tubo.
Al del lado que decide opinar mientras se habla.
Papeles en su mesa entre llamada y llamada.
Escucha, opina y expresa.
Me dice, no me entiendas mal, aquí hay calidad y talento.
Pero el negocio no vive de sentimientos.
Tal vez tendrías que bailar, dejarte fotografiar.
Y no estaría de más seleccionar a dónde vas.
Bien o mal, da igual.
Aunque falte un tema más comercial.
Búscate un disfraz, así pareces un tío normal.
Señorita Margarita, acompáñenme a mordal.
Gracias.
Eso, eso, eso, eso.
No diferencian el sonido del ruido.
En el club de los sordos, orejas y oídos no pueden escuchar.
En el club de los sordos, orejas que hay dentro de tu cabeza.
En el club de los sordos.
En el club de los sordos.
En el club de los sordos.
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