Así es, compadre, amigo.
Esta patria se hizo a pala, pico, sudor
y ganas de alzar los cimientos de una patria eterna.
Y mirando al cielo y encorvando espaldas
se hicieron poetas del maíz y el trigo,
mientras que en el vientre de su compañera
maduraba el gringo,
el fruto primero.
Porque ellos vinieron a alumbrarle pueblos
a esta extensa madre que cobija tierna bajo su bandera.
La paz,
el trabajo,
el amor,
la siembra,
la justa y honesta virtud de los hombres,
la fiesta infinita de hermanar la vida
con la primavera.
Entre las cosas que guardo y contemplo con cariño
está la foto del nono,
el nono mi abuelo gringo.
Eran sus ojos de cielo,
manos callosas de trigo,
maduradas en su pecho con esperanza y cariño.
Y en esta tierra bendita
creció su corazón argentino.
La tarantela que me enseñaste siempre la canto con alegría.
La tarantela,
la tarantela que desde Italia trajiste un día.
La tarantela que me enseñaste siempre la canto con alegría.
La tarantela,
la tarantela que desde Italia trajiste un día.
El nono tomaba mate amargo como el olvido.
Y el tiempo lo hizo más criollo al nono mi abuelo gringo.
En la tarde de octubre
con el sol casi encendido,
los sonsares y calantrias
vinieron a despedirlo.
Y en esta tierra bendita
quedó
su corazón argentino.
La tarantela que me enseñaste
siempre la canto con alegría.
La tarantela,
la tarantela que desde Italia trajiste un día.
La tarantela que me enseñaste siempre la canto con alegría.
La tarantela,
la tarantela que desde Italia trajiste un día.
La tarantela que me enseñaste siempre la canto con alegría.
La tarantela,
la tarantela que desde Italia trajiste un día.