Al final de mi vida, pecador y cansado, espero el abismo, profundo y callado.Mi cuerpo enfermo aún retiene su prisión, en el monasterio de Meruía el mayor redención.En las faldas del monte la abadía se alzaba, sus muros centenarios historias guardaban.Mi maestro desveló verdades ocultas, en aquel lugar sagrado que el tiempo indulta.En la abadía conocía la más bella mariposa, su nombre, el nombre de la rosa.Su nombre, el nombre de la rosa.Su nombre, el nombre de la rosa.Mi pluma traza en el pergamino, hechos asombrosos de terrible destino.El Señor me concedió gracia de ser testigo, entre luces y sombras, entre fe y razón.En la abadía conocía la más bella mariposa, su nombre, el nombre de la rosa.Su nombre, el nombre de la rosa.Pasaditos oscuros, manuscritos prohibidos, la vida se esconde tras veros y olvidos.La muerte acecha, la verdad se despliega, en la abadía de piedra, donde la rosa niega.En la abadía conocía la más bella mariposa, su nombre, el nombre de la rosa.Su nombre, el nombre de la rosa.En la abadía conocía la más bella mariposa.Su nombre, el nombre de la rosa.Su nombre, el nombre de la rosa.En la abadía conocía la más bella mariposa, su nombre, el nombre de la rosa.Su nombre, el nombre de la rosa.En la abadía conocía la más bella mariposa.