Recorriendo los trenes del sur, a una islita muy linda encontré
que vendía ramilletes de flores recorriendo las vías del tren.
Encantado de aquella morena, le compré un ramito para mí.
Y al poner la moneda en sus manos, a la invita formal dije así.
Ayunita que vende sus flores, no le vendas a nadie por Dios.
Y al calor de una ollita de troya, jugué toda la más linda flor.
Pero el tiempo y las horas se vueltan, otros aires me hicieron seguir.
Yo busqué la estación a la ayunita, pero en cambio mi tiempo perdí.
Hasta que una señora de anciana, mis tristezas deseaba saber.
Me entregó un ramillete partido, y le dijo aquí está su merced.
La que viene a buscar ya está muerta, y al partir este ramo dejó.
Se lo entrego al señor pasajero, que en mi vida fue mi único amor.
Đang Cập Nhật
Đang Cập Nhật