La historia que contaré es una historia real.
Sucedió en el festival de la Rural de Valle.
El escenario bajé
y el afecto recibía entre la gente que había,
vino un niño a saludar diciendo quiero comprar a su libro de poesía.
A su madre fue a buscar para pedirle dinero,
bien vestido de campero,
lucía en ese lugar.
Al no verlo regresar, ya no lo querrá, pensé.
Despacio me retiré,
era hora de la partida y de nuevo a la salida al niño me lo encontré.
Me preguntó, ya se va?
Cuando la veo nuevamente?
No puedo entre tanta gente encontrar a mi mamá.
No sé cuando volverá a los pagos de Valle.
Ya ni un minuto dudé.
Y acariciando su hombro,
ante sus ojos de asombro, mi libro le regalé.
Sus ojitos le brillaron,
pues no lo podía creer,
aunque las quiso esconder.
Dos lágrimas le asomaron,
los míos también lloraron.
Cuesta
creer en estos días,
cuando la tecnología nos consume tantas horas.
Un niño de emoción
llora por un libro de poesía.
Y pensé en otros hogares donde algún pequeño implora
por tener computadoras, videos y celulares.
Aunque por muchos lugares,
por mis coplas andaré,
otra gente encontraré.
El camino es infinito.
Nunca olvidaré al gaullito que se cuestionó en Valle.