Dos corazones errantes,
gracias a Dios se encontraron.
Se hallaban los dos distantes,
envidia no les faltaron.
Tan solo por ser amantes,
los chismes los separaron.
Con un dolor tan profundo,
se dieron la despedida.
Él se sentía moribundo y ella lloró sin medida.
Que ingratos son los del mundo,
no les importa la vida.
Dos corazones errantes,
llevan su vida en pedazos.
Y aunque se encuentran distantes,
se andan siguiendo los pasos.
Entre suspiro y suspiro,
el tiempo los ajuntó.
Ella
pensó si lo miro, me notará que llorado.
Era para él un martirio, se hallaba desesperado.
Por fin los dos se miraron y se tendieron los brazos.
Los dos muy juntos lloraron,
traían la vida en pedazos.
Su amor eterno juraron para olvidar sus fracasos.
Dos corazones errantes,
se olvidan del desafío.
Porque han seguido diamantes y ese es el tuyo y el mío.
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