Cuatro espadas me apuntan al pecho
por confiar demasiado en mi suerte.
Yo soñé ser feliz en tus brazos,
pero tú me sentencias la muerte.
Una espada es que ya no me quieres,
la segunda
es mirarte perdida.
Las que faltan las tienes en tus ojos,
que sin verme me quitan la vida.
El destino te trajo hasta mí,
tal vez fue por castigo de Dios.
Cuatro espadas que hoy me hacen sufrir,
nos tendrán que matar a los dos.
¿Qué te cuesta volver a ser buena?
Si bien puedes seguirme adorando,
y con una mirada curarme cuatro heridas que hoy siguen sangrando.
Si no quieres volver a quererme,
me resigno a mirarte perdida.
Yo he de ver que a tu pecho sin alma,
cuatro espadas le quiten la vida.
Si el destino te trajo hasta mí,
tal vez fue por castigo de Dios.
Cuatro espadas que hoy me hacen sufrir,
nos tendrán que matar a los dos.