Eso
que se aprecia
cuando no se tiene,
eso que se inicia
que ya terminó,
tan lleno de
grises,
de blancos, de negros,
que es vida y es muerte,
que es hola y adiós,
es la llama
viva del puro cinismo,
es la angustia rancia que da la ilusión,
risa cristalina,
carne
que se pudre,
un niño que nace,
un cadáver al sol.
Hablo de huevadas,
de pelotudeces,
no de cosas atrozas como el shi y el yang,
de fútbol,
del clima,
chismes de la tele,
no de agujeros negros sino del big bang,
hablo de unos ojos
llenos de nihilismo,
pero el maquillaje lleno de ilusión,
pintarse la cara,
color esperanza
y pintarse el orto,
color decepción.
La vida y la muerte en un mismo envase,
un alma sin huesos y huesos sin fe,
expresiones vagas del fin y el comienzo,
la risa tirada
y el llanto de a pie.
La vida es aquello que no se celebra,
la angustia que sigue a la celebración,
es un pesimismo de cinco sentidos y el sexto sentido
que pide emoción.
Hablo de huevadas,
de pelotudeces,
no de cosas grosas como el shi y el yang,
de fútbol, del clima,
chismes de la tele,
no de agujeros negros y no del big bang,
hablo de unos ojos llenos de nihilismo,
pero el maquillaje lleno de ilusión,
pintarse la cara,
color esperanza y pintarse el orto,
color,
color decepción.