El bufón
unió a la soledad del camino la de su alma.
No entendía aún el porqué de todo este asunto.
Con la espada a cuestas,
siguió el sendero que lo conducía
hacia la morada del poderoso dragón.
Pero,
matar al dragón,
enfrentarse solo a tan poderoso ser,
hacer desaparecer la sabiduría
que por milenios había impartido.
Deshacerse de una leyenda viva,
salvar la vida de su rey,
qué era lo mejor.
Luego de andar un trecho soportando el peso de esa espada,
batallando con todo tipo de ideas,
llegó al bosque.
Los duendes,
hadas y elfos que en él habitan,
comenzaron a susurrarle.
No lo hagas,
piénsalo bien.
No debes matar la vida,
la única vida.
El conflicto que se generaba de a poco en
el corazón de Leopoldo era indescriptible.
Pero no se detuvo a escuchar.
Siguió caminando.
Aunque la duda era cada vez mayor.