Trotamundo,
sublime hermano de gaviotas,
tu suerte de caracol,
cegado por mil soles,
besado por mil vientos,
de andar triste y cansino,
cual marcha de un reloj.
Se asoma alegre el sol sobre los campos del talar,
junto a las vías van los lingeras,
llevando como el caracol la casa a cuestas
y al azar van los lingeras todos los días.
Todos nos saben de dolor y en cada gota hay
un cantar y a gritos dicen sus alegrías,
indiferentes al amor y en el eterno
trajinar ellos desechan melancolías.
Cuando se asoma alegre el sol sobre los campos del talar,
junto a las vías van los lingeras,
y al azar pasar se oye a un peón cantar en tonar esta canción.
Lingera soy,
corro el mundo y no sé a dónde voy.
Lingera soy,
lo que gano lo gasto, lo doy.
No sé llorar y en la vida deseo triunfar.
No tengo norte,
no tengo guía,
para mí todo es igual.
No tengo norte,
no tengo guía,
para mí todo es igual.
El día que te encuentres tirado en un camino,
dormido para siempre, mudo tu corazón,
una cabellera rubia y una magnolia seca,
y tu andar es abundo,
tirada sin razón,
y el aura del poeta sonará en la noche,
a la grez tetirilla de algún cañadón.
No tengo norte,
no tengo guía,
para mí todo es igual.
Lingera soy,
corro el mundo y no sé a dónde voy.
Lingera soy,
lo que gano lo gasto, lo doy.
No
sé llorar
y en la vida deseo triunfar.
No tengo norte,
no tengo guía,
para mí todo es igual.
No tengo norte,
no tengo guía, para mí todo es igual.