Camino viejo de mi vereda,
por donde tantas veces pasé,
llevando al hombro mi taleguera,
con mis cuadernos y mis pizarras rumbo a la escuela de Doña Inés.
Me acuerdo mucho que en sus orillas crecía la malva,
las clavellinas,
las amapolas y el girasol,
y que las aves en la mañana trinos cantaban llenos de amor.
Hoy que regreso a mi vereda,
después de tanto pagar sin fe,
vine a buscarte viejo camino,
camino viejo de mi Inés.
Y con tristeza,
sólo he encontrado,
seguramente,
por tu vejez,
que ya no existen las clavellinas,
las amapolas y el girasol,
y sólo quedan las viejas ruinas de aquella escuela de Doña Inés.
Camino viejo, viejo camino,
gratos recuerdos de mi Inés.