Las cosas ocurrieron como siempre,
sin quererlo, sin pensarlo, sin saber.
Nos presentó un amigo como siempre,
y como siempre reñimos sin querer.
Pasó el tiempo, el justo y necesario,
para darnos cuenta que nos queríamos ver.
Nos encontramos y como siempre discutimos,
no sé cuándo, ni cómo, ni por qué.
Sin darnos cuenta terminamos siendo brasas,
las que tardan una noche en arder.
Los sudores fueron ríos desbocados
y el rocío nos despertó al amanecer.
Oh, amigos,
oh, amantes,
así no puedo seguir.
Como amigo eres un ángel,
si mi amante eres mi fin.
Oh, amigos,
oh, amantes,
así no puedo vivir.
Somos Sevilla y Triana y el medio Guadalquivir.
Ya saben que lo nuestro no es eterno
y que importa lo que opinen los demás.
Que lo nuestro le ha pasado a muchos otros
y no se atreven a contarnos la verdad.
Ya no hay tiempo para quemarme en otro fuego del que
tuve todavía y cada vez fue tan fuerte la llama de
su cuerpo que lo guardo dentro quemaduras de pasión.
Decides ser amante o ser amigo,
amigo eterno o amante de ocasión.
Las dos cosas es juntar agua con fuego,
cielo y tierra,
soledad y corazón.
Oh, amigos,
oh, amantes,
así no puedo seguir.
Como amigo eres un ángel,
si mi amante eres mi fin.
Oh,
amigos,
oh, amantes,
así no puedo vivir.
Somos Sevilla y Triana y el medio Guadalquivir.
Somos Sevilla y Triana y el
medio Guadalquivir.