Si alguna vez sufres, y lo harás, por alguien que te amó y que te abandona,
no le guardes rencor ni le perdones, deforma su memoria al rencoroso,
y en amor el perdón es sólo una palabra que no se aviene nunca a un sentimiento.
Soporta tu dolor en soledad, porque el merecimiento, aun de la adversidad mayor,
está justificado si fuiste desleal a tu conciencia,
no apostando sólo por el amor que te entregaba, su esplendor inocente, sus intocados mundos.
Así que cuando sufras, y lo harás, por alguien que te amó,
procura siempre acusarte a ti mismo de su olvido porque fuiste cobarde o quizá fuiste ingrato,
y aprende que la vida es un juego, y que la vida es un juego,
y que la vida tiene un precio que no puedes pagar continuamente,
y aprende dignidad en tu derrota, agradeciendo a quien te quiso el regalo fugaz de su hermosura.