En el instante del adiós callaba
y en silencio las manos estrechaban
unánimes los dos almas que al separarse se rompían
y llorando en silencio se decía
llegó el instante del postrer adiós
Doliente como el ángel del martirio
ella su frente pálida delirio
tristísima dobló
quiso hablar y un sollozo corrimido
su pecho se despegó
su telga roto por el temido
y el nombre indolatrado se apagó
Entonces con afán, con ansia loca
abrió sus brazos y apretó su boca
sobre la frente de él
Fue un largo beso, tremolo y rodaba
de aquellos ojos que el dolor secaba
copioso llanto de infinita hiel
El llanto le bañaba las mejillas
El cayó conmovido de rodillas
sollozaban los dos
y en un abrazo
de los dos
delirante expreso
confundieron sus lágrimas y besos
y se apartaron sin decirse adiós