A mi pared de mi alma, de corazón lo venero,
por fuera ropita humilde, por dentro un gran caballero.
Y a mi me gusta, me gusta que reye con cha y manuela,
por ver llegar a mi pared, se pase la noche en vela.
Llevo un rosal del huerto de los pesares,
la gloria me da que estén queriendo a mi pared.
Que me condenen a sangre y fuego si yo reniego de la serrana,
y haya extendido su cabellera de cabecera para tu cana.
Qué hermoso eres, que Dios te bendiga, comprendo que en las mujeres
te han de querer compadrear, y la que vaya de tu brazo
procura que no se enteren de que muchas caritas de brazo dirán a tu paso.
¡Ay, ay, qué hermoso eres, qué hermoso eres!
A mi pared yo no quiero que se le sequen las ramas,
prefiero que reflorezcan queriendo a quien bien lo aman.
Y a mi me gusta, me gusta que la que maila que menos lo miren y estén pensando,
¡ay, lo antiguo siempre es lo bueno!
A la mujer que lo acaricie y lo halague, yo le diré,
¡que no se entraña Dios de los padres!
Que me condenen a sangre y fuego si yo reniego de la serrana,
y haya extendido su cabellera de cabecera para tu cana.
Qué hermoso eres, que Dios te bendiga, comprendo que en las mujeres
te han de querer compadrear, y la que vaya de tu brazo
procura que no se enteren de que muchas caritas de brazo dirán a tu paso.
¡Ay, ay, qué hermoso eres, qué hermoso eres!