Me voy a morir cantando, me dijo el viejo cantor.Y yo le pedí al creador que lo siga acompañando.Me tuvo un rato contando de su destino y su estrella.Yo que conozco esa huesa, entendí lo que decía.Y me pareció aquel día la primavera más bella.Septiembre, día 21.En la base y libertad, florecía la verdad de un cantor como ninguno.Me dijo, hermano, si a uno le dicen no cante más,yo no sería capaz de cumplir ese mandato.Tengo cuerdas para rato dejar de cantar jamás.Silencioso lo escuchaba mi corazón guitarrero.Y se me antojó un guerrero que sus batallas contaba.En esta vida lataba.No siempre nos da la suerte,pero si pitás de fuerte y tirás con todo el rollo,oyendo cantar a un criollo hasta rejula la muerte.Anduvo de pago en pago,a lo largo y a lo ancho,y algún día sabrá Panchocómo duelen los halagos.Hoy en Luján toma un terardel vino de su descanso.Pluma verde es el remansoen donde riega una flor.Mas no se calla el cantor,pero sigue potro en su abalanzo.¡Viva!¡Viva!¡Viva!¡Viva!¡Viva!Cantor que al pueblo le canta,no calla ni con la muerte.La copla tiene la suertede no acallar su garganta.El cantor que bien se planta,florecerá por ahí.Nunca muere, porque si,si viene, se planta.También se riega el cantor,y el pueblo es dueño y señorde tu canto guaraní.Y se fue por libertad,revoleando su melena,mientras la tarde serename envolvió en su soledad.El ruido de la ciudad,mi pensamiento no apaga,y pienso que ahora me halaga saberque ya no se pierdela memoria de Alto Verdeni el canto de Madariá.